Historia

Un pasado remoto:

Los vestigios más antiguos encontrados en este territorio zona nos llevan a un pasado muy remoto. En la Cueva de Valdegoba -ubicada en el Desfiladero del Úrbel, en Huérmeces- se hallaron fósiles humanos del Pleistoceno Medio y restos de útiles en piedra pertenecientes al período Musteriense.

Menhir Las Dos Hermanas

Menhir Las Dos Hermanas

Mucho después, hacia al IV-III milenio a.C., se desarrolló el fenómeno del megalitismo. En esta zona contamos con ejemplos interesantes, como los menhires de Piedra Alta (San Pedro Samuel), La Buena Moza (Avellanosa del Páramo) o Las Dos Hermanas (Peñahorada), además de los túmulos hallados en Montorio (Chipichape o Tres Municipios), Masa (en La Mesa), Quintanilla-Sobresierra (Alto de Becerril), Cernégula o Ubierna. De cronología más reciente es el túmulo campaniforme de La Brújula, en Fresno de Rodilla.

Entorno de las cuevas de valdegoba

Entorno de las cuevas de valdegoba

La Edad del Bronce dejó también importantes vestigios en localidades como Ubierna y San Martín. Ya a la Edad del Bronce Final (coincidente con la cultura de Cogotas I, unos 1.200 años a.C.) corresponderían cuatro hachas de talón descubiertas en Santibáñez-Zarzaguda.

La Primera Edad del Hierro fue un período de gran importancia en la zona, como demuestran los yacimientos de  La Vega-Ruquera, en San Martín de Ubierna (donde se encontraron interesantes restos cerámicos) y Los Pilones, en la misma localidad. Muy cerca, en La Polera (Ubierna), puede contemplarse un impresionante castro cuya cronología se remonta hasta la II Edad del Hierro, aunque la necrópolis, con más de un centenar de tumbas, correspondería la I Edad del Hierro.

A escasa distancia, en el término de Gredilla, la Cueva de la Polera -una cavidad que forma parte del mismo karst que las cuevas de San Martín- aportó abundantes restos humanos y animales que permiten hablar de una cronología que abarca la I y la II Edad del Hierro. De la misma época es el yacimiento de San Vicente, a la entrada del Desfiladero del Úrbel, cuyos restos cerámicos constituyen el principal legado.

Necropolis La Polera

Necropolis La Polera

Vasija hallada en Ubierna

Vasija hallada en Ubierna

Ya dentro de la fase celtibérica que se desarrolla al final de la II Edad del Hierro, asistimos al nacimiento del importante asentamiento de Páramo Ciudad, en La Nuez de Abajo. En este lugar se hallaron elementos cerámicos, vasos y fíbulas de bronce, además de diverso material tardorromano -hebillas, un aplique, un pasador y un acetre (pequeño recipiente de bronce)- y visigodo. Por su parte, el castro de La Polera nos ha dejado restos de cerámica hechos a mano y a torno, estos ya de la etapa celtibérica, a la que pertenece también la necrópolis de Los Cenizales, situada en Peñahorada.

Mientras que la zona de Ubierna forma parte del territorio poblado por los turmogos antes de la romanización de la Península, La Bureba era tierra de autrigones. En el Alto de Rodilla se situaba Tritium Autrigonium, una de las diez ciudades de este pueblo prerromano, que tuvo continuidad en época romana. Cerca de ella se ubica la necrópolis de Fuentesanz (datada en la I Edad del Hierro).

Las poblaciones actuales surgen a partir de la reconquista de las fortalezas de Burgos, Ubierna y Urbel, a finales del siglo IX, con el consiguiente proceso de repoblación.

La figura de Rodrigo Díaz de Vivar juega un papel destacado en la historia de la zona. A la muerte de Sancho el Mayor y con el posterior reparto entre sus hijos García Sánchez y Fernando de los reinos de Navarra y de León junto con el condado de Castilla respectivamente, este territorio queda dentro de los dominios navarros de García Sánchez. Es tras la batalla de Atapuerca en 1054 cuando Diego Laínez, padre del Cid, recupera definitivamente ambas fortalezas y sus alfoces para el condado de Castilla, transmitiendo al Cid muchas de estas tierras (como se puede comprobar en la carta de Arras del Cid y Doña Jimena).

Estatua de Rodrigo Díaz de Vivar

Estatua de Rodrigo Díaz de Vivar

Tras la reconquista, las distintas poblaciones quedan englobadas en alfoces: en el de Burgos, las localidades pertenecientes al Alfoz de Quintanadueñas, Quintanilla Vivar y Vivar del Cid, Sotragero, Celada de la Torre (actualmente en el Valle de Las Navas) y Marmellar de Abajo (hoy dentro de Pedrosa de Río Urbel), además de Quintanapalla, Hurones, Villayerno Morquillas, Fresno de Rodilla y Rubena; en el de Monasterio de Rodilla esta localidad y el barrio este de Temiño; en el de Ubierna, la Merindad de Río Ubierna, Quintanaortuño y el Valle de las Navas; en el de Mansilla, las localidades pertenecientes a Huérmeces, Valle de Santibáñez y Pedrosa de Río Urbel y por fin al Alfoz de La Piedra, Montorio.

Esta organización territorial se mantendrá durante siglos con distintas denominaciones; alfoces, merindades y por último jurisdicciones, hasta la abolición del Antiguo Régimen y la constitución de los primeros ayuntamientos en el siglo XIX. Tras muchas modificaciones territoriales, resultado de escisiones o agrupaciones, la actual configuración municipal procede de la Constitución de 1978.

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